El Cañón de Añisclo
El Cañón de Añisclo se presenta como una profunda hendidura que atraviesa el macizo de Monte Perdido de norte a sur, desde el Collado de Añisclo hasta Escalona, donde el río Bellós se une al gran río Cinca, a 700 m de altitud.
Este impresionante cañón, de unos 21 km de longitud, ha sido moldeado a lo largo de millones de años por la erosión combinada de glaciares y el agua, tanto subterránea como superficial.
Las rocas calizas, solubles en agua, han favorecido el desarrollo de un complejo sistema kárstico de galerías y cuevas subterráneas por donde circulan las aguas de lluvia y deshielo. Esto ha permitido que la erosión haya esculpido un relieve único y de extraordinaria belleza.
El río Bellós se alimenta de surgencias y barrancos, destacando la Fuen Blanca, que recoge las aguas de las altas cumbres del macizo de Treserols.
En algunos puntos, como en el entorno de San Úrbez, la diferencia altitudinal entre el fondo del barranco y las cimas de Sestrales supera los 1.000 m. La anchura máxima del cañón alcanza el kilómetro y medio, entre Sestrales y Mondoto.
Más al sur, el cañón da paso al desfiladero d’as Cambras, por donde discurre la carretera de acceso unidireccional.
En la cabecera del cañón, donde la erosión glaciar es más evidente, se alzan las cumbres de Punta de las Olas (3.002 m) y el Zucón (2.802 m), testigos silenciosos de un pasado glaciar que dejó una profunda huella en el paisaje.
La vegetación, aunque condicionada por el estrechamiento del espacio y la pendiente, muestra una gran diversidad: bosques de hayas, pinares, carrascales, abetales, tejos y arces, además de una notable presencia de plantas rupícolas adaptadas a la vida extrema en paredes rocosas.
La variación térmica entre el fondo y las partes más altas de las laderas del cañón genera una inversión térmica que influye en la distribución de las especies, creando microhábitats únicos en cada tramo.