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VALORES NATURALES

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido se organiza en torno al macizo de las Tres Sorores o Treserols, cuyo punto más elevado es el pico Monte Perdido, con 3.348 metros de altitud.

Desde sus cumbres, los valles descienden abruptamente hasta el punto más bajo del parque, situado en el cauce del río Bellós a 700 metros. La marcada diferencia altitudinal favorece una notable variedad de paisajes y ecosistemas.

Gracias a la combinación de factores orográficos, climáticos, edáficos (relativos al suelo) y humanos, el parque alberga una gran biodiversidad.

La variedad de condiciones ambientales, junto con el gradiente altitudinal, determina la distribución escalonada de especies animales y vegetales en diferentes pisos bioclimáticos. Cada uno de estos pisos presenta unas condiciones climáticas específicas, lo que da lugar a comunidades ecológicas diferenciadas.

El predominio de rocas sedimentarias —principalmente calizas— y una orografía abrupta, generan contrastes ambientales muy marcados en espacios reducidos. Estos contrastes se observan, por ejemplo, entre los fondos de valle y las crestas, entre solanas y umbrías, o entre bosques y zonas rocosas. Estas diferencias han favorecido la aparición de adaptaciones biológicas muy diversas en la flora y fauna del parque.

Las condiciones climáticas también contribuyen a esta riqueza natural: las precipitaciones medias anuales oscilan entre los 1.200 y 1.700 mm, y las temperaturas medias varían entre -0,7 ºC y 13 ºC, con una media general en torno a los 5 ºC.

Por otro lado, la acción humana ha dejado una huella considerable en el paisaje del parque. Durante siglos, las comunidades locales han influido en la estructura y distribución de la vegetación a través del pastoreo, la agricultura y el aprovechamiento forestal. Estas actividades han moldeado el entorno natural, dando lugar a hábitats mixtos de gran interés ecológico.

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